INICIATIVA ‘MUJER RURAL Y DERECHO A LA TIERRA’ PRESENTA INFOGRAFÍA SOBRE LA SITUACIÓN DE LA MUJER RURAL

En el Día Internacional de las Mujeres Rurales, 15 de octubre, la iniciativa ‘Mujer Rural y Derecho a la Tierra’ de la Coalición Internacional por el Acceso a la Tierra (ILC – Latinoamérica) presenta una infografía con datos encontrados en 9 países de América Latina y el Caribe (Honduras, Guatemala, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil y Argentina) sobre la situación de las mujeres rurales en la región. La infografía busca aportar a la visibilización, desde las cifras, de la condición de las mujeres rurales respecto al acceso a la tierra, tipos de tenencia, ocupación en el mundo rural, educación y autoreconocimiento étnico; además, ofrece datos sobre el total de población de mujeres rurales que existe en cada uno de los países mencionados.

Actualmente no existen datos suficientes ni muy actualizados sobre la población rural femenina en América Latina y el Caribe; sin embargo, recientes informes (ONU Mujeres 2018 y ALOP 2017) dan pistas sobre la continuación de las brechas históricas en la garantía de los derechos de las mujeres a nivel global y para el caso específico del mundo rural.Por ejemplo, sólo el 13% de mujeres en el mundo son propietarias de tierras rurales (ONU Mujeres, 2018).

En el 2015, según datos de ONU Mujeres, la población rural de Latinoamérica y el Caribe representaba el 21% de la región; de este porcentaje, la mitad eran mujeres, de las cuales el 20% pertenecía a comunidades indígenas y afrodescendientes. En el 2010, en Latinoamérica y el Caribe, las mujeres rurales representaban el 20% de la fuerza de trabajo agrícola, “con diferentes formas de inserción en el mundo laboral, entre ellas, el trabajo por cuenta propia, el trabajo no remunerado y el trabajo asalariado en empresas y otras unidades productivas” (FAO 2017, p. 1).

Esta diversidad de ocupaciones expresa la variedad de un sujeto social que ha tendido a ser visto como uniforme: las mujeres rurales en América Latina son pescadoras, recolectoras, asalariadas o agricultoras, indígenas, afrodescendientes, mestizas y con diversas identidades de género. Asimismo, realizan actividades del sector de servicios del mundo rural (comunicaciones, alimentación, turismo) y generan ingresos extras mediante el cuidado de los niños de la comunidad o la elaboración de artesanías. Si bien esta diversidad indica múltiples fuentes económicas, en realidad las mujeres enfrentan serias dificultades que amenazan la permanencia en sus territorios y el derecho a una vida digna y libre de violencia, como brechas salariales, imposibilidad del acceso a créditos asociada a la baja tasa de propiedad de la tierra en manos de las mujeres, violencia sexual y la persecución contra las defensoras de la tierra y el territorio, entre otras.

Por otra parte, las mujeres del mundo rural están mucho más expuestas que las urbanas a la sobrecarga de trabajo debido a las divisiones sexuales del trabajo tradicionales. Su papel en la reproducción social es invisibilizado por la subvaloración “del trabajo reproductivo, productivo y para el autoconsumo” (FAO 2017, p. 1) y por su baja posibilidad de participación política institucional.

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